LA DEFENSA SOCIAL 
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Y viniendo a nuestra Patria, ¿no acabáis vosotros 
de aprobar, por unanimidad, una ley que recomien- 
da al amor, a la gratitud y a la veneración del pue. 
blo colombiano la memoria del grande Arzobispo 
Bernardo Herrera Restrepo, cuya obra fue toda de 
piedad y de caridad y que distribuyó su cuantioso 
patrimonio entre los establecimientos por él funda. 
dos para la educación cristiana de los hijos del pue- 
blo, para el engrandecimiento de la Patria? ¿Y no 
habéis visto que su ilustre sucesor, el actual Primado 
de Colombia, después de haber hecho estudios espe- 
ciales en Bélgica —que tiene la mejor y más completa 
legislación social y en donde, como aqui, hace cua. 
renta años que gobierna el partido conservador, el 
partido católico—inició y adelantó. en las ardientes 
tivismo y del socialismo agrario, —n10 es, en el fondo, sino 
una serie de delirios que, en sus exageraciones, han con- 
ducido o conducen a la catástrofe, y que las sociedades no 
pueden subsistir y progresar sino en armonía con los 
principios y las enseñanzas de la ética cristiana. Como 
dijo el profeta social, el insígne pensador, el gran Pontífice 
León XII, “la reforma social consiste en devolver a la 
sociedad su forma natural, trayéndola a los principios 
que le han dado la vida.” Cuando ello suceda, el mundo 
verá las maravillas que contiene para el observador y los 
beneficios que encierra para los hombres, el edificio que, 
como todas las cosas grandes, es admirablemente sencillo 
en su complejidad, del orden social cristiano, fundado so- 
bre el derecho natural y perfeccionado por el Evangelio. 
Si para mejorar la suerte de los trabajadores y atenuar 
las desigualdades sociales, puede justificarse cierta inter- 
vención del Estado en las relaciones entre el capital y el 
trabajo, esta obra, delicada y difícil, no puede realizarse 
sino con mucho tacto y gradualmente, pues implica a la 
vez la vrudencia social Y tado el arte del Cobierno 
La defensa social-—2