LA DEFENSA SOCIAL
LO
yes en favor de las clases obreras expedidas por
la tercera República: me refiero al digno sucesor de
Montalembert, como él, orador insigne y miembro
de la Academia Francesa; me refiero al gran caba.
llero, gran cristiano y gran patriota, el Conde Al-
berto de Mun, quien consagró, como hombre de ac.
ción, su noble existencia al servicio de la religión,
de la patria y del pueblo. Su vida crecerá en la ad.
miración de los hombres y quedará en la historia
como símbolo de grandeza moral y de patriotismo
cristiano.
Ya al terminar la última centuria salió de la más
alta cátedra del Universo, de la cumbre del Vaticano,
la voz del augusto Pontífice León XIII, quien en su
majestuosa e inmortal Encíclica de 15 de mayo de
1891, sobre la condición de los obreros, después de
reafirmar, como base fundamental, la legitimidad y
la necesidad social de la propiedad privada; de im.
pugnar las nuevas escuelas que quisieran destruír las
indestructibles desigualdades de la condición huma.
na, por medio de nivelaciones absurdas; de procla-
mar, una vez más, contra los apóstoles que prome.
ten a los pueblos el advenimiento de una éra de ab.
soluta felicidad terrena, que el sufrir y el padecer
son patrimonio del linaje humano, y que, por más
experimentos y ensayos que hagan los hombres, con
ninguna fuerza, con industria ninguna podrán esqui.
var el dolor y los padecimientos; después de afir.
mar la necesidad y la posibilidad de una verdadera
armonía entre los intereses de los ricos y las con-
veniencias de los proletarios; de establecer los de.
rechos y los deberes recíprocos entre los unos y
los otros; de recomendar lag organizaciones o sin.